La pandemia del COVID-19 obligó al mundo entero a apretar el botón de pausa, y la vida de esta bloguera no fue la excepción.

Luego de mudarme a Holanda en el 2019 y estar en la búsqueda laboral por varios meses, finalmente conseguí mi primer empleo en el viejo continente en el mes de Febrero de este año.

Como era de esperar la adaptación a tantos cambios me obligó a tomarme unas semanas lejos del blog, pero lo que nunca imaginé es que esa corta pausa se iba a transformar en meses de locura y trabajo sin respiro y, claro, de un parate total en el leitmotiv de este blog que es el viajar y contar.

Los últimos meses de mi vida, como los de la mayoría del planeta, no fueron buenos.

Si bien el gobierno holandés jamás prohibió a las personas salir de sus casas y la vida (con excepción de las escuelas, los bares, restaurantes y centros de estética) transcurría lo más normal posible, las calles del centro de Rotterdam (ciudad en la que vivo) se encontraban desiertas y el transporte público se vio obligado a reducir su frecuencia.

Previo al cierre parcial holandés la vida me encontraba en un proceso de adaptación a un nuevo trabajo, viajando a Frankfurt para entrenamientos y a Bélgica por un fin de semana de relax.

Hasta entonces algunas noticias sobre la situación en algunas regiones de Italia comenzaban a hacerse eco en los medios locales y algunas medidas de cuarentena comenzaban a implementarse para las personas que hubieran viajado a dicho país.

Las vacaciones de invierno escolares en Holanda y la adoración de los holandeses por los centros de ski italianos, hacían preveer que no tomaría mucho tiempo en verse al primer paciente infectado por estos lados.

Lo que nadie imaginaba es que paises como Suiza, Alemania, Holanda o los escandinavos terminarían sucumbiendo a este horror de hospitales semi saturados y escazes de papel higiénico en un futuro no muy lejano.

Sin embargo, dos dias después de mi último viaje a las bellisimas ciudades de Brujas y Gante a principios de Marzo, nos encontrabamos con la noticia de que nuestros paises vecinos decidían cerrar las fronteras con Holanda por tiempo indeterminado bajo pena de multas de €4000 para quienes osaran cruzarlas.

Asi era como comenzaba el principio del cierre total de Europa a los viajes y a la vida tal y como la conocíamos hasta entonces.

Trabajando de 10 a 12 horas por dia desde casa sin cesar, en un nuevo empleo con muchas cosas por aprender y con la incertidumbre de si ibamos a acabar contrayendo el virus o no en un pais al que acabábamos de mudarnos, mi cabeza no estaba en una buena situación para escribir en el blog.

Sin contar que el caudal de noticias viajeras era una catarata imparable de datos e informaciones que iban cambiando minuto a minuto todos los dias.

Ahora, 4 meses después y desde un lugar un poco más estabilizado tanto en mi hogar como en mi trabajo, y con el pais y el continente volviendo a la nueva normalidad de a poco creo que me encuentro en un buen momento para retomar esto que amo y que es escribir y ayudar a la gente.

Yo sé que muchos de mis lectores viven en América Latina y que hoy aún están atravesando por momentos difíciles y que lejos están de ver el fin de esta pandemia.

Espero que con este nuevo arranque en la vida por estos lados y por ende en este blog, les de ánimos y esperanzas de lo que van a encontrar en un futuro próximo.

Mi intención de ahora en más en el blog será mostrarles como es el futuro de la vida y los viajes post pandemia.

Bienvenidos entonces a un nuevo capítulo del blog y a la nueva normalidad.

XOXO,

Emilia